Tengo la suerte de tener a mi lado a una de las mejores personas que conozco, y no digo la mejor porque no quiero que se ponga como un tomate al leerme, ya que sé que es mi más firme admirador y lo hará. 
En este camino que es la vida, tener una persona así tan cerca, en el día a día , me ha permitido mantener la cordura y querer amanecer todas las mañanas, y eso que algunas han sido, son y sé que serán , muy duras. 

En ocasiones es a través de nuestro simple cruce de miradas,

otras de su preciosa sonrisa, y otras muchas haciéndome escuchar cosas que yo misma me digo , pero que necesito escuchar de los labios y el corazón de alguien que me quiere por encima de todas las cosas ( me atreveré a decir que incluso por encima de sus queridos y adorados colores ) para aceptarlas, asumirlas y cambiarlas, llegado el caso.

Tengo la suerte de que sea esa clase de persona que un día dice «hasta aquí hemos llegado; con este trabajo no eres feliz y lo sabes; tu nuevo trabajo por las noches será buscar trabajo», y logra que saques ese tiempo , mientras que él se ocupa de cenas y niña tú a mover Cv’s… ( ahora que lo pienso cuando sucedió esto no se hablaba de conciliación ni corresponsabilidad pero debe ser que lo tenemos en las venas)

«Es por ti, que grita mi corazón, es por ti, …»

Y cuando alguien convive por fortuna con la clase de persona que ve lo positivo de todo, y el motivo para sonreír pase lo que pase… 

  
… Cuando tu compañero es la clase de persona que tiene la capacidad de ver las cosas desde su perspectiva ,desde la del de enfrente y aún así te recuerda que al menos habrá otra tercera forma de verla por alguien ajeno a esos dos… 
Y un día empiezas a verle un poco apático, te preocupas… Cuando al siguiente continúa la apatía y empiezas a ver un poco de desesperanza y desilusión , sigues preocupándote… 
Pero como alguien cantó en su día «Si ya no puede ir peor, haz un último esfuerzo, espera que sople el viento a favor… Ya sólo puede ir mejor , espera el momento , espera que sople el viento a favor…»
Y al final, el paso de los días y las noches, el estar ahí, hablar, callar, y compartir momentos hace que la apatía desaparezca, que la ilusión por el día a día y nuevos proyectos vuelvan a inundar su mirada y sonríes y das gracias por ser la afortunada de estar a su lado porque sabes que el día que tú caigas en esa apatía o desidia él será el primero en extenderte la mano y ayudarte a encontrar de nuevo la ilusión y alegría de vivir y convivir… eso es lo que tiene el amor de verdad.
«Estoy pintando tu sonrisa… Con el color del corazón… »
Con cariño para mi Santo, compañero de viaje y vida. GRACIAS.

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