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Micro relato I: Silencio … Miedo 

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Así fue:

La pequeña cerró los ojos y apretó con fuerza los puños, no podía llorar, no allí, no la tenían que oír.

Contó de cinco a cero: cinco, cuatro, tres, dos , uno, cero. Silencio? No. Su corazón seguía desbocado.

  Tomó aire, se tapó la cabeza con la sábana y contó de diez a cero: diez, nueve, ocho, siete, seis … Y escuchó un fuerte grito procedente de la habitación de arriba. 

Trató de recordar por donde se había quedado pero no hubo suerte. Decidió empezar de nuevo. 

Volvió a tomar aire, apretó los puños para que la sábana no se le escapara y comenzó: diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero. Silencio? Empezó a escuchar su corazón más lento y pausado. Abrió los ojos a la vez que abría los puños, se sobresaltó y lloró. 

Una noche más, la pesadilla había acabado.

Relatos : Sensaciones de adolescente I

Cerró los ojos.

Podía escuchar en su cabeza aún la conversación de la noche anterior.

Esos nervios, esas inseguridades, ese miedo ante lo desconocido…

Trató de recordar cómo se había sentido ella casi treinta años antes. Tenía tan enterradas esas sensaciones que no conseguía volver a ellas para tratar de aconsejar y aplacar aquella pequeña angustia que su pequeña le transmitía.

Volvió a abrir los ojos. Se miró en el espejo. Encontró la mirada de aquella chica de trece años madurada por la experiencia de algunos años sobre sus hombros, que se había traducido en pequeñas marcas de expresión ; pero acaso aún no la acompañaban algunas de aquellas sensaciones en su día a día actual?

Silencio, angustia , miedo #minirelato

La puerta se cerró. Echó el cerrojo y la llave. Miró al suelo. La cabeza le palpitaba. No podía ser. No había silencio. No, allí no.

Un segundo, dos segundos, tres segundos… El corazón palpitando. La angustia subiendo. Las lágrimas fluyendo.

Se dejó caer en el suelo. No era un sueño.

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Tolerancia y respeto, valores que reclamo a mi alrededor

No siempre se puede ser políticamente correcto. No siempre se debe ser políticamente correcto. No siempre se quiere ser políticamente correcto.

Respeto. Tolerancia. No son valores en alza.

Hay momentos en que tenemos que cerrar los ojos, los puños, la boca… y contener todos nuestros impulsos para evitar quedar en evidencia ante los que nos rodean. Porque podemos dar una imagen muy diferente a la que los demás tienen de nosotros. Y eso nos asusta. Nos da miedo. O debería de dárnoslo.

El “yo soy así” impera demasiado a nuestro alrededor. Incluso en nosotros mismos. Es por ello que en ocasiones tengamos que tomar aire y tratar de relativizar reacciones, miradas, gestos, palabras para no hacer daño, no comenzar una pelea…

Pero no nos confundamos, no todos nos cuestionamos al de enfrente.

Esto lleva a que después de estos comportamientos las cosas ya no vuelvan a ser como antes. Porque ante una falta de respeto, ante una manifestación de intolerancia hacia una idea, o manera de pensar del otro , algo muy fuerte se rompe en una relación y es difícil volver a tener libertad para mostrarse con confianza tal y como uno es, ¿ no crees?

¿Tú cómo lo ves?

Fuente Imagen: http://2.bp.blogspot.com/_ZmNZKSzAt1Y/TKii5HLnV3I/AAAAAAAABXA/OMj9klteErg/s1600/tolerancia4.gif

Somos Frágiles

Al mirar un bebé fácilmente notamos una cascada de sentimientos en nuestro interior. Ese pequeño ser parece tan completo y pleno y a la vez tan frágil que hace que se despierte en nosotros un sentimiento protector increíble, y de unas dimensiones inimaginables si además es tu propio hijo.

Pero esa fragilidad no es sólo exclusiva de los recién nacidos, de los bebés, de los niños, de los enfermos, de los ancianos… Ni mucho menos.

Según nos vamos haciendo mayores, vamos tomando conciencia de que nosotros también somos frágiles. Que ese adulto que parece tan resuelto y tan seguro de todo tiene pequeñas fisuras que lo hacen sentir frágil en muchos momentos de su vida, aunque no todos lo vean.

En el caso de las madres, el baile de hormonas durante el embarazo y en la fase de postparto, hace que nos volvamos en muchas ocasiones más frágiles de lo que los que nos rodean nos ven. Es cierto.

Pero con independencia de ese momento vital de la maternidad en nuestras vidas, cualquiera tiene épocas más altas o bajas de ánimo en el camino de su existencia.

El problema es manifestar esa fragilidad sin caer en la lástima, sin tener que mendigar un poco de atención, sin que piensen que es porque estás pasando una etapa “a”, “b” o “c”.

No todos estamos preparados psicológicamente para mostrarnos “débiles” ante el que está en frente nuestro. Ya sea porque hemos creado una imagen a nuestro alrededor de todoterrenos que pueden con todo pase lo que pase, pese a quien le pese, ya sea porque nadie nos quiere ver flojear porque eso haría tambalearse muchas situaciones que sacamos adelante.

Pero nadie puede con todo. Hay que aceptarlo. Todos necesitamos algún momento que otro bajar la guardia, notarnos arropados, protegidos, que tiran de nosotros, porque somos frágiles, y tenemos derecho a que nos acurruquen, nos protejan, nos den la mano. Tenemos derecho a sentirnos cansados, superados, tristes, agobiados… porque, repito,somos frágiles.

Sí, yo soy frágil, y pese a que me cuesta aceptar mis limitaciones en ocasiones, quiero contarlo, expresarlo, para tomar mayor conciencia de ello y tratar de aprender a reclamar esa atención que necesito y a la vez tratar de aprender a identificar las señales que los demás me lanzan cuando son ellos, sois vosotros, los que se sienten así: FRAGILES.

 

 

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