Sus pequeños ojos se clavaron en mis pupilas y no pude evitar sentir una punzada de angustia en mi interior: esas lágrimas luchando por no salir y esa sensación de abandono por mi parte … Lágrimas producidas por la incapacidad que tenía para decir no a este sistema estúpido en el que como sociedad estamos organizados.
Bajé la mirada. La volví a subir. Sus pequeños ojos continuaban fijos mirándome. Me agaché, la abracé de nuevo y le di el beso más intenso que pude para que la acompañase en cada momento de separación que tendríamos que soportar a lo largo de ese primer día.
«Buen día mi amor pequeño» dije, a la vez que las lágrimas empezaban a fluir a través de mis pestañas.
Con las dos manos tecleando y una pequeña acurrucada en el regazo trato de pensar en cómo planificar la semana.
A nivel laboral se presenta nueva. Con demasiadas novedades que me quiero tratar de tomar del modo más positivo posible.
A nivel familiar con examen de la mayor el viernes, reunión de delegados de padres el martes…
A nivel personal con huelga de transporte público el lunes lo que me hará ir a mata caballo todo el día, y ya veremos si no me toca volver en taxi y hacer el día redondo.
Vamos, que es mirar el reloj y entrarme unos escalofríos.
Y pienso en la palabrita conciliación. Porque mira que me ha permitido conocer a buenísimas personas. Enterarme de nuevos proyectos. Empaparme de nuevas ilusiones.
Pero, ¿cómo concilio yo todo lo anterior? Porque por mucha flexibilidad, si llego tarde a trabajar, salgo después o me toca trabajar más por la noche… pero claro si la peque tiene hambre ahí tengo que estar, y entonces a dormir más tarde… Por otro lado, veo que en el cole esto de conciliar como que ni se piensa, porque si hay una reunión de delegados de padres a las 17,15 qué hago con las niñas si mi Santo aún no ha salido, porque la mayoría de trabajos no permiten estar fuera a las 17,00 entre semana.
Venga, vale, que yo puedo con esto y más. Que si tecleo de esta guisa y a estas horas es porque valgo un montón…
Y a todo esto, que no quería acabar sin decir que pese a lo anterior, hasta estoy contenta, porque mira tú que después de haber estado el fin de semana entre vómitos y demás parece que lo acabamos sin fiebres y sin expulsiones varias…
Pues nada, buen comienzo de semana tengan ustedes…
Apenas hace un año de aquel post desgarrador que Marta Gual publicó ante su vuelta al trabajo y la angustia que esa situación le creaba. El post que dio lugar a un gran debate virtual y que se acabó materializando en la creación de Conciliación Real Ya, conocida ya por muchos como CRYA ( fonéticamente parece que decimos “cría”, bonita y enternecedora palabra y con muchísimo potencial en su significado). Y así, como quien no quiere la cosa, nuestra CRYA cumple un añito, y está por tanto de fiesta, y cómo no, en todo cumpleaños hay regalos, así es que aquí he traído el mío, en formato de misiva:
“Querido CRYA,
Apenas un año te ha dado para vivir mucho.
Has conseguido, en este tiempo, poner a trabajar a un grupo de personas bastante heterogéneo, a la par que disperso físicamente, que gracias a esto del llamado mundo 2.0 y las nuevas tecnologías logran ponerse de acuerdo y coordinarse de un modo sorprendente.
Has ido moviéndote con cautela, tomando contactos, con distintas instituciones, organizaciones y poco a poco vas teniendo voz y presencia en conferencias de congresos y encuentros en los que la conciliación es un factor importante.
Has transmitido que es posible luchar por cambiar todo aquello establecido que se cree mejorable para nosotros, para los nuestros, sin hacer daño a nadie.
Y es por ello, que hoy, en esta noche silenciosa, cierro los ojos y pienso que gracias a lo que ya eres, y poco a poco serás, con el trabajo por delante que tienes y tenemos, es posible que dentro de no mucho haya una madre que a las dieciséis semanas no tenga que dejar a su hijo por volver a un puesto de trabajo para demostrar que pese a haber parido sigue siendo una competente profesional, haya un padre que pueda disfrutar de su baja paternal sin tener que justificarse ante nadie por compartir los primeros días de su hijo, haya una abuela que no tenga la sensación de que si ella falta sus hijos no podrán organizarse en el día a día, haya un abuelo que no sienta que es una carga para los suyos porque acudir acompañado al médico implique un conflicto en el trabajo de sus hijos, …
Pues nada, espero el año que viene verte por aquí, un poco más grande y fuerte, pero con la misma ilusión y energía que desprendes este año, y rodeada de muchos más amigos que se habrán unido y trabajado por tu causa durante estos doce meses.”
Ya hemos pasado el tercer día de clases de este nuevo curso. Aún es pronto para saber cómo irá este año, pero lo hemos comenzado y recibido con sonrisas e ilusiones, junto con un buen puñado de nervios.
Este año las dos mayores están en primaria. La pequeña “se nos ha hecho mayor” y ya hay que empezar a acordarse de horarios, de días de chándal y de exámenes.
Ahora tenemos que ir al encuentro de rutinas, aunque hasta que llegue octubre sabemos que no serán muy consistentes y reales.
Y es esa búsqueda de rutinas la que nos hace volver a dar vueltas a los horarios que tendremos los padres para adaptarlos a los que tendrán las niñas en el colegio.
Y de pronto me veo echando la vista atrás un año y me pongo a recordar el propósito que nos hicimos de ponernos en marcha para tratar de lograr alcanzar la conciliación en nuestras vidas, y veo que no nos ha sido posible aún alcanzarlo: Nos hemos pasado el año haciendo malabarismos para estar ahí a primera hora dejándoles en clase, llegar a hora al trabajo, salir puntuales de la oficina para llegar a buscarles, tener la tarde para estudiar con ellas, quedarnos en casa los días que se han puesto enfermas…
Nos ha tocado volver a tirar de los abuelos. Ellos con su gran disposición e infinita paciencia han hecho que nuestros brazos parezcan más largos, que podamos abarcar lo que físicamente no podemos por reuniones o proyectos de última hora, o simplemente por enfermedad, porque los padres también nos ponemos enfermos a veces, aunque es cierto que muy de vez en cuando porque no estamos como para darnos “esos lujos”.
Ahora, vamos a tratar de entrar en rutinas, de reajustar horarios y una vez más seguiremos teniendo claro cuáles son nuestros principales valores para que este curso podamos vivir y disfrutar del año tanto a nivel familiar, personal como profesional y quizás éste si sea nuestro año de avanzar en ese deseo llamado conciliación.