Archive of ‘Relatos’ categoría

Luchando contra la rutina (Entonces, soberbio, señal : #150palabras )

Salió corriendo de casa. Eran las siete. No había tenido señal alguna en todo el día de Louis.
Llevaba diez minutos andando y se paró. Tenía que pensar.

Se sentó en la acera. Trató de recordar.

– Celia – había dicho él la noche anterior

– ¿Sí ? – contestó ella mientras terminaba de preparar el dossier de la reunión del día siguiente.

– Llevo unos días preocupado. Algo ha vuelto a mi vida, y necesito que vuelva a salir.

– Uhm… Uhm… – asintió ella. Repasó de nuevo el dossier: sería una presentación soberbia.

Cuando se acostó, él ya dormía.

Al despertar sólo encontró un sobre con una nota: » Suerte en la reunión. Si antes de las siete no me he puesto en contacto contigo, quedamos donde la última vez me besaste»

Entonces ella entendió sus palabras: era la rutina. Lo que había vuelto a su vida. Cerró los ojos: la estaría esperando sentado en aquél banco.

 

 

 

150 palabras Feliz Navidad, Feliz Soledad ( viento, amable, cartón )

La pequeña miró hacia el suelo, no podía ser que hubiese un señor tumbado en el suelo con más cobijo que una caja de cartón sobre la que descansar y con la que arroparse con el frío que hacía en la calle.

– Mamá, ¿ por qué ese hombre está ahí tirado? ¿ por qué no se tumba en su casa? – preguntó la pequeña a su madre.

– Porque lo mismo no tiene casa cariño – contestó la madre

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– Pero mamá, ¿ cómo no va a tener casa ? Tendrá unos padres, o unos hermanos, o unos primos, o unos amigos… – insistió la pequeña

– Puede que los tenga, pero que estén en otra ciudad – le dijo la madre tratando de acelerar el paso y con voz amable

– Entonces, ¿ está sólo? ¿ y quién le da un beso de buenas noches y de buenos días? ¿con quién come y desayuna? ¿quién le va a ayudar si el viento se lleva sus cartones?

Silencio, angustia , miedo #minirelato

La puerta se cerró. Echó el cerrojo y la llave. Miró al suelo. La cabeza le palpitaba. No podía ser. No había silencio. No, allí no.

Un segundo, dos segundos, tres segundos… El corazón palpitando. La angustia subiendo. Las lágrimas fluyendo.

Se dejó caer en el suelo. No era un sueño.

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#150palabrasx Reviviendo sus sueños o realidades ( nata, vara, dedo)

Otra vez volvía a estar allí de pie, frente al espejo, erguida como una bella vara. ¿ Cuándo había sido la última vez que se había contemplado en el espejo? No era capaz de recordarlo: diez minutos, tres horas, veinticuatro horas, dos días…

Pasó delicadamente los dedos por el filo del espejo mientras se observaba y entregaba al momento…

Entrecerró los ojos, y notó que aquellos olores y sensaciones volvían a ella: Seguía la magia en el cuarto, seguía el sabor dulzón de la nata en sus labios.

Se autoabrazó, cruzando los brazos sobre sus pechos. Recordó sus besos en el cuello, bajando lentamente por su espalda, girando lenta y delicadamente por su cadera… hasta posar lentamente sus labios en el vientre.

Sonrió. Abrió los ojos. Miró el reloj. Estaba al llegar. Era afortunada. Lo sabía. Veinte años después seguía sintiendo una descarga eléctrica en su ser al pensar en él.

Dandocoloralosdias Madespymas

Dandocoloralosdias
Madespymas

Semana III Reto Iron Blogger : Los profesores de tus hijos

Para no cambiar el hilo de los post anteriores de mis publicaciones en el Iron Blogger Materno/paternal tras los nervios del comienzo y las inquietudes que se ponen de manifiesto por el entorno de nuestros hijos, esta semana vamos a comentar ese otro pilar escolar, esperando que nadie se sienta molesto o aludido: las valoraciones de los profesores de nuestros hijos.

Si hay algo que cada vez tengo más claro, y eso que otra persona no, pero el Santo me lo recuerda cada vez que tiene ocasión, es que toda historia tiene, al menos, dos versiones, y por ello, como mínimo, dos justificaciones.

De este modo, al empezar el curso, uno de los temas estrellas es quiénes serán el tutor y los profesores de tu hijo.

Cuando asignan a tu hijo un profesor y/o tutor, de pronto se encienden en tu cabeza mil y una alarmas ( aunque lo cierto es que a mí estás alarmas no se me encendieron hasta que a la peque mayor, en eso de primero de primaria le tocó una tutora para la que mi hija » iba a tener problemas si no cambiaba de actitud». Recuerdo salir de aquella tutoría sintiéndome como la madre de una delincuente en potencia, yo que veía a mi pequeña tan espabilada y extrovertida. Sin ningún problema de adaptación ni de relación con compañeros y profesores en la guardería y en el segundo ciclo de infantil… De pronto parecía que la pobre iba de cabeza al programa de «Hermano Mayor» . Menos mal que como solemos ir juntos a la mayoría de las tutorías el Santo relativizó y … la buena señora se prejubiló al terminar el primer trimestre!( Debo decir que después la ha tenido en varias asignaturas de apoyo y la quiere un montón «¡ Qué buena niña es !. Si supiese la buena señora el disgusto que me dió…)

Desde entonces las tutorías empezaron a darme miedo, no dejaba de preguntarme si quizás no veía a mis hijas como realmente son, ser una de esas madres que tienen una venda en los ojos ante la realidad de sus hijos para poder ayudarles … Si es que necesitan ayuda.

Pero tuve suerte. La niña era muy movida. Pero los siguientes tutores supieron hacerse poco a poco con ella y controlar ese deseo de moverse (que se traducía en visitas al baño o a la papelera para sacar punta…) y de hablar. Esa actividad la fueron pausando, lo tradujeron en aprovecharlo para pequeños recados, pequeños repartos de material en clase… Ese torbellino de energía había que canalizarlo, tal y como tratamos de hacerlo también en casa.

Así,volviendo al tema de los tutores y/o profesores, he de decir que hay tantas opiniones sobre ellos, por lo general, como padres opinen. Y es más, el mismo padre puede opinar una cosa para el mismo tutor/profesor según el hijo y/o año en que le haya tenido, como es mi caso. Ha habido algunos que me han gustado desde el principio y otros que en su día no me gustaron, pero que el paso de tiempo me ha hecho darme cuenta que en su día no los juzgué objetivamente porque los resultados o comentarios no me gustaron, y otros que no me gustaron y pasados los años siguen sin gustarme.

Este inicio de curso he oído a padres agradecer que su hijo no esté con tal o cual profesor. Los motivos por lo general, son diferentes a los míos. También he oído a padres ensalzar a un profesor porque levanta la mano en los exámenes o pruebas y es tranquilo, cosa que a mí me hace poner en alerta. Que sea majo me parece estupendo, que levante la mano, pues no. Al colegio se va a aprender, y eso se tiene que exigir, ¿no? Pero bueno esto daría para otro post.

Y tú, ¿ cómo ves a los profesores de tus hijos? ¿ te preocupa u ocupas de conocerles?

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Nota: este post pertenece al reto Iron blogger promovido por Y papá también anímate y únete!

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