enero 27th 2013 archive

Ganas de seguir aprendiendo vía Retos

Me gusta cocinar, me gusta escribir, me gusta anudar, me gusta estudiar, me gusta cantar, me gusta perfeccionar… en fin, resumiendo, me gusta aprender, y si son cosas nuevas para mí, pues mejor…

Pero muchas veces el día a día me va comiendo y voy posponiendo ese momento de hacer esto y aquello.

Considero que siempre me es más fácil hacer cosas cuando hay más gente implicada en ello. Es como que si yo sola no tuviese al final la fuerza de voluntad para hacer cosas distintas,  si sólo me afectan a mí, dentro de las cosas cotidianas del día a día.

Es por eso, que me he puesto a seguir dos retos y a participar en ellos. Uno lo comencé el año pasado, y el otro es nuevo:

– El primero de ellos está ligado a mi gusto por la escritura: lo estoy cultivando gracias al reto de las 150 palabras que es una entrega dominical a la que he fallado en muy pocas ocasiones desde su creación. Si quieres ver el reto y/o recordar mi último relato, pincha aquí y al final del post vienen las instrucciones y cómo se creó.

– El segundo de ellos está ligado a mi cariño y admiración por la cocina y el buen cocinar . Durante el año 2012 hice un primer amago de intentarlo con un grupo que se formó en las redes sociales, y que se quedó muy parado. Y este 2013  lo voy a retomar con unas amigas imperfectas a partir de las recetas que nos irá sugiriendo una de ellas, se llama el Reto de Aittxe ,  y así trataremos de ver las versiones de una misma receta, de aprender cosillas y trucos unas de las otras. Para ver mi primer reto de cocina pincha aquí

#150palabras Su carta: letras, colchón , ahora

Había amanecido como un día más.

La mañana en el colegio, entre las pruebas de matemáticas, los experimentos de ciencias, la clase de educación física, los cambios de clase aprovechados hasta el máximo intercambiando lazos de colores con sus compañeras…

Y al salir de clase, allí estaba su madre esperándola con una gran sonrisa, un suave beso, su merienda y una ¡ carta!

Qué lento había parecido pasar el tiempo aquella tarde entre deberes, baños, cena… Pero por fin se encontraba en su habitación. Ahora sólo faltaba que todos entrasen en su rutina nocturna para acurrucarse en su cama, y allí cobijada sobre su colchón y su colcha por fin poder perderse en aquellas letras que tanto deberían de contarla.

La pequeña se quedó en silencio tratando de escuchar los sonidos de la casa. Quería confirmar que nadie le molestaría cuando leyese esos poemas que él prometió mandar y ahora llegaban.