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Madre – ¿ Mala madre ?

Hoy estoy en uno de esos días con un estado de ánimo algo sarcástico, lo que me hace sentir un poco “destroyer” en algunos momentos. Y no he podido evitar acordarme del grupo “malas madres”.

Hace unas semanas, a raíz de un post de Walewska titulado “ Soy una mala madre” y unas cuantas contestaciones y confesiones en Twitter, se creó un grupo, no, no lo busquéis para cotillear, porque es privado, de “malas madres”.

No, no os equivoquéis, aunque muchos de nosotros al oír “Mala Madre” rápidamente traemos a nuestra cabeza al gran Luis Tosar en su interpretación en “Celda 211” , estas malas madres distamos mucho de ser así de “oscuras”.

Tampoco somos “malas madres” en el sentido literal de la palabra.

Entonces,  ¿a qué viene ese nombre? Si leéis el post que lo originó, realmente viene a que aunque somos madres, no dejamos de ser mujeres, seres individuales con unos deseos, sueños, anhelos, gustos … parecidos o semejantes a los de otros seres de nuestro mismo sexo que no poseen el estado de maternidad en modo on.  Lo que ocurre es que hay ocasiones que manifestar esos deseos o apetencias nos hace ser juzgadas por terceros, y eso a la vez nos hace sentirnos fatal con nosotras mismas porque a nadie le gusta que le juzguen y mucho menos que le hagan sentir que es una “mala madre” por tener en mente más cosas que sus hijos y deberes maternales, o porque lo que tengamos en mente sea diferente a lo del resto de “buenos padres o madres”.

Es por ello, que en una tarde como hoy, quiero reclamar el derecho a ser la madre que quiero ser con mis hijas. No quiero que me comparen con nadie. Quiero ser yo, quiero ser esta madre, con mis horarios, con mis normas sobre programas de televisión que se pueden o no ver y las horas de televisión oportunas, sobre el uso o no de los juegos de ordenador, del uso de pintauñas, de comer esto o beber aquello entre semana y/o en fin de semana, de acostarse a esta hora o a otra, de hacer de esto o aquello una rutina o no, de decidir a qué cumpleaños se va y a cuales no… no quiero ser lo que los demás quieran que sea ni en lo personal ni en lo maternal. ¿Qué? ¿Qué soy una mala madre? ¡Pues a mucha honra!

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Y AdeMás : La Vida es Sueño

“Soñar es gratis”.

No recuerdo el momento en que por primera vez escuché esta frase, y lo peor es que hasta hace muy poco tiempo, ¡me la creí!

Soñar, no es gratis, porque aunque nos sirve como motor para incentivarnos a hacer ciertas cosas con la ilusión de poder al final alcanzar alguna otra que consideramos nuestro sueño, también nos hacen emplear energía, destinar esfuerzos y sacrificios hacia un sueño que no siempre es finalmente alcanzable.

 

Fuente: lugares-sonar-porque-sonar-es-gratis-L-ZAMv6q.jpeg

Según las distintas etapas que vamos viviendo en nuestra vida, tenemos sueños nuevos, algunos alcanzables y otros no, algunos permanentes y otros no.

Entre los sueños permanentes: alcanzar la felicidad, conservar el amor verdadero, que los que queremos siempre estén a nuestro lado…

Entre los sueños nuevos y correspondientes a diferentes etapas: conseguir el amor verdadero, tener un trabajo que nos guste, formar una familia, hacer un viaje, tener hijos, aprender a hacer alguna actividad,  hablar idiomas, envejecer con nuestros seres queridos cerca, tener amigos para siempre…

El problema es que según vas pasando etapas, cumpliendo sueños, y dando otros por perdidos, te planteas si soñar merece la pena o es mejor no ilusionarse con aquellas cosas que difícilmente se van a alcanzar por más esfuerzo que se emplee a ello.

Pese a todo, en mi caso, como diría Calderón de la Barca “la Vida es Sueño” y no podría vivir sin tener un incentivo para ello, un gran sueño: que mi familia sea feliz, cueste  lo que me cueste, implique lo que me implique..

Y a día de hoy, sé que lo que me implica es alcanzar una vida conciliadora a nivel personal y profesional, cosa por la que luché y trabajé el año pasado y tendré que seguir en éste.

Y tú, ¿qué sueños tienes? ¿Son permanentes o nuevos y puntuales? ¿Podrías vivir sin sueños?

Somos Frágiles

Al mirar un bebé fácilmente notamos una cascada de sentimientos en nuestro interior. Ese pequeño ser parece tan completo y pleno y a la vez tan frágil que hace que se despierte en nosotros un sentimiento protector increíble, y de unas dimensiones inimaginables si además es tu propio hijo.

Pero esa fragilidad no es sólo exclusiva de los recién nacidos, de los bebés, de los niños, de los enfermos, de los ancianos… Ni mucho menos.

Según nos vamos haciendo mayores, vamos tomando conciencia de que nosotros también somos frágiles. Que ese adulto que parece tan resuelto y tan seguro de todo tiene pequeñas fisuras que lo hacen sentir frágil en muchos momentos de su vida, aunque no todos lo vean.

En el caso de las madres, el baile de hormonas durante el embarazo y en la fase de postparto, hace que nos volvamos en muchas ocasiones más frágiles de lo que los que nos rodean nos ven. Es cierto.

Pero con independencia de ese momento vital de la maternidad en nuestras vidas, cualquiera tiene épocas más altas o bajas de ánimo en el camino de su existencia.

El problema es manifestar esa fragilidad sin caer en la lástima, sin tener que mendigar un poco de atención, sin que piensen que es porque estás pasando una etapa “a”, “b” o “c”.

No todos estamos preparados psicológicamente para mostrarnos “débiles” ante el que está en frente nuestro. Ya sea porque hemos creado una imagen a nuestro alrededor de todoterrenos que pueden con todo pase lo que pase, pese a quien le pese, ya sea porque nadie nos quiere ver flojear porque eso haría tambalearse muchas situaciones que sacamos adelante.

Pero nadie puede con todo. Hay que aceptarlo. Todos necesitamos algún momento que otro bajar la guardia, notarnos arropados, protegidos, que tiran de nosotros, porque somos frágiles, y tenemos derecho a que nos acurruquen, nos protejan, nos den la mano. Tenemos derecho a sentirnos cansados, superados, tristes, agobiados… porque, repito,somos frágiles.

Sí, yo soy frágil, y pese a que me cuesta aceptar mis limitaciones en ocasiones, quiero contarlo, expresarlo, para tomar mayor conciencia de ello y tratar de aprender a reclamar esa atención que necesito y a la vez tratar de aprender a identificar las señales que los demás me lanzan cuando son ellos, sois vosotros, los que se sienten así: FRAGILES.

 

 

Madre : mi contribución al #dialactancia

Siempre me han parecido curiosos los días señalados para conmemorar algo, porque el día del cumpleaños o aniversario, está claro que lo que se conmemora ese día es especial y único de ese día, pero los días dedicados a enfermedades, movimientos, etc… se me hacen más complicados de justificar, por qué ese día y no otro… Cierto es que muchos de ellos es porque ese día comenzó o tuvo lugar algo muy significativo respecto a ese acto celebrado.

En el caso de la  Semana Mundial de la Lactancia Materna nos tenemos que remontar a 1992 cuando fue instaurada oficialmente por la OMS/UNICEF . Desde entonces cada año ha tenido una serie de motivaciones para dar a conocer la importancia de la misma en este mundo que nos envuelve actualmente. Ver . Y aquí es curioso porque existe el día y la semana. Es cierto que es lo suficientemente importante para necesitar atención a esos niveles, aunque sería interesante que estuviese tan instaurada y respetada que no hiciese falta casi ni celebrarlo.

Es cierto que la experiencia de la lactancia es única. Y eso no debe olvidarse. El momento de tener un bebé en brazos, notar su respiración, ver cómo mueve la carita en la succión, es algo inolvidable. Hay madres y padres que lo pueden vivir y disfrutar vía lactancia artificial, y hay madres que lo disfrutamos  vía lactancia materna.

Me gustaría señalar que para mí ambos tipos de lactancia son y deberían de ser respetados, y aunque hoy este post es para conmemorar  la lactancia materna, no debemos olvidar el resto de lactancias existentes y no englobadas aquí porque detrás de ellas hay historias de todo tipo, y algunas con mucho sentimiento de culpabilidad detrás que, la verdad, como madre, no me habría gustado experimentar, porque ¿qué padres no querrían lo mejor para su bebé?

La lactancia materna, como he comentado, tiene ese halo de magia, o quizás debería decir de complicidad, en la relación mamá-bebé. Desde la postura, que en la mayoría de los casos lleva a un momento relax, hasta el convencimiento de que esa criatura  está siendo alimentada del modo más natural posible, sin nada artificial de por medio, con un alimento  a una temperatura perfecta;  pero también la lactancia materna tiene momentos duros hasta que se instaura y se nota al bebé siempre calmado tras la toma y hasta que esos pechos se acostumbran a esa succión continua y dejan de estar irritados, porque por más que se lea, se corrijan posturas y se consulte, hay unos días o semanas malos, o por desgracia eso es lo que he vivido yo en mí misma y mi alrededor. Pero es cierto que una vez instaurada es una gozada disfrutar de ella.

Yo he optado por ahora, en mis maternidades pasadas, por la lactancia materna en exclusiva hasta los cuatro meses, momento en que me he tenido que incorporar a trabajar, y mixta hasta cerca de los nueve meses. En esos momentos, parecieron cansarse de mamar. No sé cuál fue el motivo, pero lo cierto es que al ir introduciendo alimentos el pecho dejó de parecerles tan interesante y lo rechazaron. No sé cómo me irá esta tercera vez, lo que sí tengo claro es que he sido afortunada porque mis peques me han ayudado a llevarla a cabo y me han hecho sacar fuerzas de dónde creía no las tenía en esos momentos de irritaciones, grietas y dolores que pensé que no se podrían superar.

Esta es mi pequeña contribución para que todo bebé y toda mamá pueda tener opción al derecho de mamar, por una lactancia materna respetada instaurada y aceptada por la sociedad.

Momentos I

Hay momentos en que parece que tu vida es casi perfecta, y otros en que nos parece el más absoluto de los caos…

Hoy dejo unas pequeñas reflexiones para considerar:

  • No tienes una casa grande y preciosa, pero tienes un hogar  acogedor y agradable.
  • No tienes un trabajo por el que pierdas la cabeza, pero tienes un empleo (casi) estable y no monótono.
  • No mides  1,80 metros ni tienes una impresionante melena ni el perfil de esa estrella de cine, pero mides lo exacto para ir al lado de tu pareja con tacones perfecta, tu cabello tras una sesión de peluquería da el pego, y tu perfil los días de estima alta está para llevarse piropos por todos lados, sobre todo por ti misma desde el espejo.
  • No tienes unos hijos perfectos que obedecen a la primera  y dejan siempre sus cosas ordenadas y con que les mires hacen lo que te gustaría que hiciesen, pero tienes unos peques que con su sonrisa hacen que tus preocupaciones se queden en un segundo plano y con un beso suyo sientes que tocas el cielo.
  • No tienes una pareja que siempre desee hacer lo que quieres hacer tú y que esté descansada cuando tú quieres hacer un millón de cosas, pero tienes una pareja que se esfuerza porque tu proyecto de vida sea vuestro proyecto de vida y que tus pequeños sueños sean sus grandes prioridades.
  • No tienes seguro el tiempo que estarás por aquí pero tienes claro que no quieres perder ni un momento siendo infeliz y lo pasas mal cuando ves que es así.

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