Hacía días que la pequeña no paraba de soñar con el baile de fin de curso.
Los momentos de alegría e ilusión que estaban por llegar la mantenían activa y hacían que día tras día los momentos de ensayos y repeticiones fuesen esperados.
Ese año era especial, o a ella se lo parecía en aquella etapa de su vida: (más…)
La pequeña sonrió, miró la pecera, y vio como los pequeños peces de colores iban de un lado para otro…Había perdido la cuenta del número que nadaban en él…
Escuchó el ruido del neceser de su madre abrirse. Era el azul con cristalitos, en él guardaba el mejor maquillaje, olía tan pronto lo abría a mil y un aromas que le trasladaban a esos momentos de acurruque.
Saltó de la cama. Recordó qué día era: el #8j, no tenía claro en qué consistía, había escuchado a mamá comentar con papá que estaba un poco nerviosa, iría con una amiga para aprender un poco más del mundo bloggero-maternal, sería un día de compartir dudas, alegrías , ilusiones…
Entró en la habitación. La encontró con pantalón vaquero, camiseta y tan guapa y radiante como siempre que ese brillo inundaba sus ojos y esa sonrisa su cara.
Mamá parecía feliz.¿ Nadaría cual pez contracorriente?
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El día a día me come, me devora, me consume.
Cuando a ese día a día se le añade además alguna ocasión especial la locura total llega a mi vida.
Y da lo mismo que sea algo planificado, que sea algo espontáneo, todo me acaba poseyendo, de tal forma, que sin querer comerlo ni beberlo me «autoalieno» y soy incapaz de llevar mis quehaceres habituales a un ritmo normal. De la noche a la mañana recoloco y priorizo: cuestión de supervivencia.
En estas últimas semanas una ocasión muy especial se estaba gestando en mi familia, y sólo puedo decir que las horas que dediqué a preparar tal momento valieron la pena. Esos ojos, esa mirada, esa sonrisa… ese beso, ese abrazo… esas flores…
Gracias a todos los que, pese a mis nervios, agobios, dudas, inseguridades, etc, han estado alentándome y sosteníendome cuando pensaba que iba a desfallecer entre tanto quehacer y tan pocas horas de sueño.
Gracias por confiar en mí, y formar parte de mi vivir.
El mayor regalo tu sonrisa
La pequeña sonrió.
Mirarse al espejo y ver caer aquella cascada de rizos por sus hombros la hacía sentir especial, diferente, mayor…
Su lacio pelo lucía tan bonito. Corrió hacia su cómoda. Abrió el cajón de la derecha, y sacó su pequeño diario. Se fue directamente a la página del separador de tigre blanco dedicado por mamá. Y allí estaba: la foto de su madre con su primera muñeca, que le había servido de inspiración para el peinado de aquel día.
Cerró el diario. Cerró el cajón. Salió de su habitación y corrió escaleras abajo.
– «¡Mamá! ¡Mamá!, ¿ me haces una foto con Lía y mi nuevo peinado? »
Su madre sonrió. Recordó aquella foto que se había hecho el día que por primera vez su lisa melena había lucido rizada y frondosa como la de su muñeca.
La historia se repetía. Esperaba que su preciosa hija reviviese ese momento años después.
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150 palabras es una entrega dominical, creada por Marta, (DiarioDeAlgoEspecial) de una microhistoria o microrrelato, con la que podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad, y enfocada a los niños. Te daré tres palabras de inicio, y habrá que crear un cuento. ¡de 150 palabras!
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Querida mamá,
gracias por sonreírme cuando lloro,
gracias por abrazarme cuando te miro,
gracias por sostenerme cuando me caigo,
gracias por escucharme cuando en silencio grito,
gracias por hacerme sentir que SIEMPRE CUENTO CONTIGO.
Querida mamá,
gracias por haberme educado para querer,
gracias por haberme enseñado a esperar,
gracias por haberme permitido pensar,
gracias por haberme dado libertad,
gracias por HABER SIDO MI MAMÁ.
NOTA: Dedicados a esa gran persona que es MI MADRE. Porque además de madre, soy HIJA y he tenido y tengo la suerte de poder disfrutar de una GRAN MADRE.
