Archive of ‘Madre vs Hija’ categoría

Navidad: tiempo de sueños y conciliación

Estamos en unas fechas en las que ilusiones y sueños están más presentes que nunca en muchos de nuestros hogares.

Es cierto que teniendo hijos pequeños es sencillo dejarse llevar por ellos, pese a los tiempos que corren a nivel laboral y económico a nuestro alrededor, en nuestras vidas… porque los sueños de los pequeños no entienden de crisis, hipotecas y demás historias que a los adultos nos pueden llegar a quitar otro tipo de sueño.

Para ellos desear algo de verdad, con el corazón, “porque aunque a veces se han portado algo mal, han sido muchas más veces buenos,” es suficiente para que pueda convertirse realidad. Bendita inocencia.

Y es en esos momentos en que miro sus ojos, en los que pienso en esos padres que no podrán dar a sus pequeños ninguno de esos presentes que desean… en lo duro que debe ser tener que cortar esa época de ilusión y sueños con la dura realidad a tan temprana edad. Porque debe ser tan descorazonadora esa situación como padre…

Y en todo esto, nos encontramos que esos sueños de juguetes y juegos de nuestros hijos se entremezclan con deseos de vacaciones a compartir, de noches largas de películas navideñas… y aquí estoy, siendo una mamá que no puede hacerles cumplir esos sueños, no materiales, que desean. Porque aunque las cosas se planifican de un modo, al final hay demasiadas obligaciones y cambios en el mundo de los mayores que no permiten que podamos disfrutar de sus días y sus sueños como a ellos les gustaría. Y la palabra CONCILIAR viene a mi cabeza. Y la palabra RESPONSABILIDAD también, junto con INJUSTICIA y NECESIDAD.

Y trato de pensar, y auto-convencerme, que lo importante es tener tiempo de calidad, que lo importante es tener la suerte de poder contar con unos abuelos que nos van a poder ayudar durante una de las dos semanas de vacaciones de las peques… y es que al final, no siempre se puede conciliar cuando el ambiente laboral que uno tiene no lo tiene como prioridad.

Pero como este post es de sueños, deseos e ilusiones, no quiero acabarlo sin hacer patente el mío: que conciliar sea un derecho realmente factible en mi vida en el próximo 2012 y si no, al menos, que yo siga teniéndolo como sueño y trabajando por alcanzarlo.

Felices sueños e ilusiones,

Feliz Navidad!

 

En busca de la conciliación

No hay mayor soledad que estar rodeado de gente y sentirse solo.

No hay mayor vergüenza que sentir que no alcanzas a hacer todo lo que deberías día tras día.

Son dos afirmaciones quizás duras, quizás tristes, pero me las encuentro de vez en cuando al repasar mi situación personal, aunque puede que desde fuera poca gente sea consciente de ellas.

Sales de casa para llevar a las niñas al cole, para ir a trabajar, metro, autobuses, vuelta a casa, o vuelta al cole (los días que hay suerte y consigues ser eficiente para llegar a tiempo) y en todo ese tiempo, estás rodeada de mucha gente, pero apenas puedes nombrar, en mi caso, más de cinco personas con las que hayas interrelacionado de un modo personal (y cinco los días buenos). A las que hayas podido aportar algo como ser humano o de las que hayas aprendido o conocido algo nuevo ese día.

¿ Y por qué? ¿ Por qué no soy más sociable? Creo que porque todo el día voy contra reloj para poder llegar a los mínimos que  me he marcado, y de los que quizás yo sola soy la responsable. Quiero dejar a mis hijas en el colegio, quiero llegar pronto al trabajo para salir pronto y pasar las tardes con ellas y estar a su lado con los deberes, lecturas, ratos de juego, y compatibilizarlo con los baños , y con prepararles una saludable cena, y a la vez quiero poder sacar hueco para estar, o charlar, con mis padres, con mi hermana, con mis sobrinos, con mis amigos, y como no con mi marido ( que aunque esté nombrado al final, participa en muchos momentos de los anteriormente señalados).

Y dicho lo anterior, debo decir que mis amigos piensan que me organizo fenomenal, con las peques, con mi pareja, con mi familia, con el trabajo, con la casa, les parezco una todoterreno, una supermamá de esas que se nombran por algún que otro post. Pero una cosa es cómo te ven y otras cómo te ves tú, verdad? Y al final eso es lo que cuenta para nuestro sentimiento interior: como cada uno nos vemos,  como nos sentimos.

Está claro que los días son finitos. Que al final hay que ir priorizando en cada uno de ellos ciertas cosas, y que unas son 100% imprescindibles y otras las empezamos a considerar prescindibles y poco a poco las vamos dejando y llega un día en que nos duele haber dejado gente y aficiones por el camino. Pero al final hay que sobrevivir y conciliar el tiempo que se tiene.

La clave está en poder conciliar pero no de cualquier forma y como se pueda, sino de un modo que nos permita sentirnos felices y plenos como personas. Porque todos sabemos que al final estar felices con una situación controlada nos afecta, para bien, en todas y cada una de las facetas de nuestra vida: como padres, esposos, compañeros, hermanos, amigos, jefes, trabajadores.

Vamos a tratar de lograr una conciliación real ya.

Grupo en facebook: https://www.facebook.com/groups/conciliacionrealya

Página en facebook: https://www.facebook.com/ConciliacionRealYa

En twitter: @Conciliacion_RY

Por qué apoyo Conciliación Real Ya

¿Qué es lo que mueve el mundo de cada uno de nosotros? Seguro que aunque habría tantas posibles respuestas como personas, casi todas tendrían un denominador común: los sueños.

Hay muchas cosas que nos preocupan desde que amanece hasta que nos acostamos. Y una de esas, de las que no se nos van de la cabeza es cómo poder hacer malabarismos un día tras otro para poder cubrir las necesidades de nuestros hijos tanto a nivel material como presencial. Cómo estar a su lado cuando están sanos, cuando están enfermos, cuando tienen que estudiar, cuando tienen que actuar, cuando tienen el primer desencuentro con su compañero/a del alma…y cómo mantener unos ingresos para cubrir las necesidades materiales que consideramos básicas… porque para ellos siempre lo mejor de lo mejor…

Y todo esto hay que hacerlo en una sociedad en la que los valores que la constituyen dejan en múltiples momentos mucho que desear.

Cuando parece que hay que elegir entre trabajar fuera de casa o quedarse en ella porque no hay demasiada consideración a que en tu escala de valores el trabajo sea un medio para vivir, y no el fin de la vida. Es más, la frase «el trabajo debe de ser lo primero» se escucha de modo habitual en muchas oficinas y despachos.

Pero las cosas no tienen por qué ser blancas o negras. Si somos seres educados y formados debemos poder aceptar, y ser capaces de gestionar, porque el tiempo de trabajo es sólo una parte del día, y  el resto del día cada uno debe poder disfrutarlo con los o con lo que quiera.

Creo que un problema grave es el presencialismo en el que vivimos a nivel horarios, el pensar que si un padre o madre llevan a su hijo al pediatra no pueden estar comprometidos con su trabajo, y olvidar a menudo que lo que no es bueno para uno no es bueno para los otros ( no puedo creerme que un padre no pueda ponerse en el lugar del otro cuando su hijo está enfermo o hay una reunión en el colegio…)

Considero que los horarios si somos responsables y respondemos con un buen trabajo pueden ser en ocasiones más flexibles, lo suficiente para poder llegar a más cosas sin la lengua fuera, o sin la sensación de ir contrarreloj todo el día. Y que las excepciones se pueden hacer, por qué no? Y por qué no pueden llegar a hacerse costumbre o hábito? Y por qué no pueden llegar a regularse?

Éstas son sólo unas breves reflexiones personales, que me hacen querer apoyar y creer en #ConciliacionRealYa . Este movimiento lo podéis seguir en twitter @conciliacion_RY y en Facebook.

Primer domingo de otoño, tiempo de silencio

Amanecer un domingo a las nueve de la mañana sin el despertador, es para mí todo un lujo. Mirar hacia el horizonte y ver las cuatro torres despuntando en el llamado Skyline me parece todo un placer. La casa en silencio, o casi en silencio, porque se puede escuchar el sonido de las respiraciones desacompasadas del resto de los habitantes.

Apenas se ven coches a través de las ventanas. Pocas personas pasean por los parques y calles cercanos. Algún que otro perrillo con su dueño disfruta de la soledad del parque. Todo es tranquilo mientras el sol va haciéndose un hueco.

Hoy va a ser un domingo familiar. Con la excusa de celebrar un Santo un mes después debido a la imposibilidad de hacerlo antes por cruces de vacaciones, hoy hemos quedado para comer. Prepararé un arrocito porque no me atrevo a denominarlo paella. Y tomaremos de postre algo de fruta y si llegamos un poco de helado. Repaso mentalmente todos los ingredientes y sí, están listos.

Me gusta estar en silencio. Me gusta no pensar en todo lo que me agobia. Me gusta olvidar por un momento esas preocupaciones que últimamente parecen abarcar gran parte de mi vida.

Es fácil caer en la tentación de pensar en tantas cosas, pero también es sencillo imaginar en todo lo que podrás hacer el día que muchas de ellas las hayas superado o te hayan abandonado.

Es otoño, pero por la temperatura no lo parece, por los tonos que se ven desde aquí tampoco.

Voy a volver a la cama. Voy a acurrucarme y a esperar a que la casa vaya despertando. A que el barrio vaya amaneciendo. Y voy a disfrutar de poder pensar en silencio.

Feliz primer domingo de otoño.

Cambio de ritmos

Recién inauguradas las vacaciones, con dos días tras el fin de semana, miro hacia atrás y tengo la sensación que hace mucho que estoy en este estado, y no es verdad.

 Imagino que es positivo, señal de que consigo desconectar. Aunque debo confesar que eso no significa que tenga momentos de debilidad y se me pase por la cabeza cosas pendientes que podría avanzar, pero por ahora resisto y me dedico a mi familia y a mí. Lo considero algo primordial.

En sólo dos días los horarios se han dado la vuelta. Leía ayer algo sobre mamá sargento vs mamá hippie, y es verdad. Ahora a las doce de la noche puedo estar tranquilamente leyendo, chateando, viendo películas, charlando… y a las seis de la mañana no hay problema en que sea o no de noche, media vuelta y a seguir durmiendo… el desayuno cuando la casa amanece ( las peques mandan), la comida después de ratos de juegos y risas, cuando el hambre llama, la merienda a media tarde sin miedo a que se nos junte con la cena, porque la verdad, cenamos cuando ya es de noche, no cuando nos indica el reloj que son las ocho ( porque el horario escolar es duro y no perdona salvo días excepcionales).

Lo más importante de estos cambios de ritmo es que nos permiten disfrutar mucho más de cada momento. O al menos esa sensación tengo yo. No depender del reloj es un lujo. El cansancio nos indica cuando dormir, el hambre cuando comer, y el resto del tiempo es para ocuparlo entre nosotros: jugando, leyendo, cocinando, charlando, tecleando,viendo la TV…haciendo esas cosas que durante el año parecen no tener hueco… o si lo tienen, saben a poco porque se hacen a la carrera…

Lo mejor es hacerlo todo sin contrarreloj, porque sí, el día a día del año, es una especie de carrera para  la que hay sólo  24 horas. Y en ese tiempo hay que dormir, alimentarse, cuidar de los hijos, cuidar de la casa, cuidar de tu pareja, cuidar de ti mismo, trabajar dentro y/o fuera, y … vivir ( aunque a veces la sensación más que de vivir sea de sobrevivir)…

Ahora , que estoy de vacaciones, voy a tratar de ver todo de un modo objetivo y me voy a hacer el propósito de reordenarlo y organizarlo de tal forma que las 24 horas del día a día me parezcan suficientes para todo lo que tengo que hacer cuando vuelva a cambiar de ritmo.

1 13 14 15 16 17