Me sonríes al entrar,
contenta porque para ti es un día especial.
Cantas, silbas, bailas sin parar,
es tu modo de demostrar que sientes felicidad.
Te giras un momento y me vuelves a mirar,
corres a mis brazos y me dices » mamá».
Sientes que mi regazo te vuelve a estrechar,
tras esas poderosas palabras que me hacen soñar.
Mamá
El pequeño cerró los ojos, cegado por el sol al levantar la vista para tratar de seguir con la mirada la trayectoria que iba dejando surcada en el cielo la bonita cometa de colores que su hermana mayor trataba de hacer volar con mil y una piruetas.
¡ Qué pena no ser él el que la controlase! Menos mal que su hermana en breve se cansaría y entonces sería su oportunidad… Trató de volver a seguirla, pero era incapaz de fijar la vista sin vislumbrar unos circulitos que parecían bolas de fuego, se sentía cual topo: ¿cuántas veces le había dicho mamá que no se miraba directamente al Sol? ¿ Por qué siempre se le olvidaba?
De pronto escuchó la voz de su hermana:
– ¡Vamos, pequeñajo! ¡Vamos a jugar a otra cosa! Al veo-veo, ¿ vale?
El pequeño sonrió. En breve la cometa estaría en sus manos. La espera merecería la pena.
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150 palabras es una entrega dominical, creada por Marta, (DiarioDeAlgoEspecial) de una microhistoria o microrrelato, con la que podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad, y enfocada a los niños. Te daré tres palabras de inicio, y habrá que crear un cuento. ¡de 150 palabras!
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Para conocer como nació esta idea de 150 palabras y las reglas, puedes hacer click aquí.
Abrir los ojos y…
encontrar tu mirada perdida en la mía.
Cerrar los ojos y …
sentir la ternura de tus dedos jugando con mi cabello sin prisas.
Abrir los ojos y …
contemplarte a mi lado hace que desee perderme en tu sonrisa.
Cerrar los ojos y …
saber que este momento no lo olvidaré en toda mi vida.
Se hace el silencio.
Miradas perdidas.
Dolor. Temor. Desconfianza.
Una lágrima resbala por la mejilla dejando un surco dibujado en la cara al caer.
Ya no hay sonrisas. No hay caricias, ni besos.
De su amor, ya no queda nada.
La pequeña se acurrucó en su madre. Estaba emocionada. Nunca había ido al circo en verano. Acababa de terminarse un helado y estaba tratando de no dormirse en el regazo de mamá. ¡ Qué a gusto se estaba allí! ¡ Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que su mamá había sido sólo para ella!
Recordaba un tiempo en que su madre la cogía y lanzaba al aire mientras ella se partía de risa. Luego había pasado a cogerla sólo sentada. » Mamá está embarazada y hasta que no pase el embarazo no podrá cogerte porque está un poco malita» ¡Qué triste y sola se sintió esos meses con su mamá en cama!
Sonrió. Parecía que todo volvía a recolocarse cuatro meses después de la llegada de su hermana pequeña. Ese año no esperaba poder bañarse en la playa y pegarse largas jornadas de playa, sol y palmeras. Pero allí estaba.
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