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Yo fui madre primeriza: cinco consejos que habría agradecido antes de llegar a casa

Desde que ponemos nuestra bonita cara en este mundo, por primera vez, no dejamos de tener momentos de primerizos día tras día: siempre hay algo que por primera vez llevamos a cabo nosotros mismos: esa exposición oral de un tema en clase , ese garito del que todo el mundo habla y al que nunca has ido, ese peluquero genial que con sólo mirarte tiene tu look ideal, esa conferencia sobre tu tema estrella ante un amplio quórum … Y en todos esos momentos un mini cosquilleo te recorre, una y otra vez en tu cabeza resuenan «¿todo irá bien?» » ¿no haré el ridículo?».

Pues bien, si en todo lo anterior hay mariposas por el estómago, el momento padre / madre primerizo se lleva la palma.

Yo no dejo de recordar mi propia experiencia con un poco de amargura, aunque según van pasando los años veo un punto cada vez más cómico y grotesco de aquellos momentos que me hace hasta sonreír.

Pero es cierto que cuando lo vivo en los padres de enfrente, cada vez me da más rabia y me pone de peor humor. Sobre todo porque claro, con el agobio que están pasando los pobres escuchando mil y un comentarios, llegar yo y decirles «no hacer caso a nadie», » llevaros por vuestro instinto» «echarnos a todos fuera y quedaros solos con el bebé» …me parece que en esos instantes es crearles un poco más de conflicto.

No obstante considero que estos son los cinco tips indispensable (más…)

Somos Frágiles

Al mirar un bebé fácilmente notamos una cascada de sentimientos en nuestro interior. Ese pequeño ser parece tan completo y pleno y a la vez tan frágil que hace que se despierte en nosotros un sentimiento protector increíble, y de unas dimensiones inimaginables si además es tu propio hijo.

Pero esa fragilidad no es sólo exclusiva de los recién nacidos, de los bebés, de los niños, de los enfermos, de los ancianos… Ni mucho menos.

Según nos vamos haciendo mayores, vamos tomando conciencia de que nosotros también somos frágiles. Que ese adulto que parece tan resuelto y tan seguro de todo tiene pequeñas fisuras que lo hacen sentir frágil en muchos momentos de su vida, aunque no todos lo vean.

En el caso de las madres, el baile de hormonas durante el embarazo y en la fase de postparto, hace que nos volvamos en muchas ocasiones más frágiles de lo que los que nos rodean nos ven. Es cierto.

Pero con independencia de ese momento vital de la maternidad en nuestras vidas, cualquiera tiene épocas más altas o bajas de ánimo en el camino de su existencia.

El problema es manifestar esa fragilidad sin caer en la lástima, sin tener que mendigar un poco de atención, sin que piensen que es porque estás pasando una etapa “a”, “b” o “c”.

No todos estamos preparados psicológicamente para mostrarnos “débiles” ante el que está en frente nuestro. Ya sea porque hemos creado una imagen a nuestro alrededor de todoterrenos que pueden con todo pase lo que pase, pese a quien le pese, ya sea porque nadie nos quiere ver flojear porque eso haría tambalearse muchas situaciones que sacamos adelante.

Pero nadie puede con todo. Hay que aceptarlo. Todos necesitamos algún momento que otro bajar la guardia, notarnos arropados, protegidos, que tiran de nosotros, porque somos frágiles, y tenemos derecho a que nos acurruquen, nos protejan, nos den la mano. Tenemos derecho a sentirnos cansados, superados, tristes, agobiados… porque, repito,somos frágiles.

Sí, yo soy frágil, y pese a que me cuesta aceptar mis limitaciones en ocasiones, quiero contarlo, expresarlo, para tomar mayor conciencia de ello y tratar de aprender a reclamar esa atención que necesito y a la vez tratar de aprender a identificar las señales que los demás me lanzan cuando son ellos, sois vosotros, los que se sienten así: FRAGILES.