septiembre 2012 archive

Comienzo de curso, momento de separarse

Todos hemos experimentado alguna vez esa sensación de miedo o desasosiego que produce el encontrarse en un sitio nuevo, rodeado de desconocidos y sin tener la situación controlada.

Estos días, muchos de nuestros pequeños están pasando o pasarán por lo mismo.

Sí. Ellos pasan por lo mismo.

La gran diferencia es que los adultos ya hemos aceptado enfrentarnos a esas situaciones. Y aunque a algunos le puedan suponer temblores, noches de insomnio e incluso mal cuerpo o lágrimas, sabemos que hay que pasarlo y lo hacemos sin apenas manifestar ante terceros esas angustias y miedos.

Nuestros peques, por el contrario, saben que ante cualquier problema o necesidad estaremos a su lado…pero en un sitio en el que papá y/o mamá no están, ¿cómo van a poder ayudarles?

Por eso ahora son días en los que se hace aún más necesario ser muy paciente con los peques, cariñosos, comprensivos… y sobre todo son días en que tienen que notar que estamos ahí, que cuando salgan del colegio o la guardería serán nuestros ojos , o los de otro ser de referencia para ellos, los que les estarán esperando.

Del mismo modo son días en los que nosotros los padres nos sentimos temerosos de que ellos no estén bien, no encajen… y hay días que es duro dejarles llorando y ver que las horas no pasan para acudir a recogerlos mientras en nuestras retinas se ha quedado grabada su carita sollozando y esos ojos suplicantes…

Por todo ellos, os quiero desear, bueno, nos quiero desear, mucha suerte en este comienzo de curso para todos, peques y mayores. Por un poquito de suerte para que apenas derrochemos lágrimas y no  nos sintamos desangelados con las diarias separaciones.

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La luz de la ilusión (sofá, luz, castillo)

Mucho tiempo atrás, allá en el mundo que todo es posible y creíble, vivía un pequeño duende que se pasaba los días observando desde el sofá de su casa un enorme castillo del que siempre emanaba un haz de luz que le tenía fascinado.

Había querido acercarse a averiguar a qué se debía esa luz muchas veces pero siempre se encontraba con algún tipo de miedo interior que le impedía llevar a cabo su misión.

Una mañana, mientras estaba tumbado en su sofá mirando la luz que provenía del castillo, llamó a la puerta de su casa un gnomo de tierras lejanas y le preguntó por el castillo de las luces mágicas.

Estaba buscándolo para meter un poco de esa luz en su zurrón, pues era la luz de la ilusión, que años atrás un hada allí dejó, para que el que la necesitase se acercase y un poco tomase.

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Fuente imagen:

http://sloyu.com/blog/wp-content/uploads/2012/07/luz.jpg

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